"No creo que seamos parientes muy cercanos, pero si usted es capaz de temblar de indignación cada vez que se comete una injusticia en el mundo, somos compañeros, que es más importante" -

Ernesto "Che" Guevara

miércoles, 24 de marzo de 2010

A 34 años del Golpe

Cuando pensamos en la dictadura, viene a la cabeza enseguida la pregunta de por qué, cómo, la junta militar pudo imponerse y desarrollar sus nefastas políticas. Y es que no eran un par de milicos que enloquecieron: evidentemente había un plan atrás, de acabar con los movimientos que se estaban gestando en nuestro país por un cambio social profundo, e imponer un orden económico, político, social y cultural. Y no estaban solos: la dictadura argentina, junto con dictaduras en el resto de Latinoamérica, se enmarcó en el Plan Cóndor impulsado por el gobierno norteamericano, del que recibieron ayuda militar y económica. Y además, los militares lograron imponerse gracias a muchos sectores de la sociedad argentina que se veían comprometidos con los cambios que se estaban gestando, como la Sociedad Rural y la Iglesia.

Y dado que el golpe ha dejado una marca tan profunda en la sociedad argentina actual, a 34 años tenemos que analizar cuidadosamente la herencia que quedó en todos sus aspectos.

¿Qué heredamos de la dictadura?

El proceso militar de 1976 dejó huellas muy profundas con consecuencias hasta el día de hoy. Entre otras cosas nos dejó el saldo de 30.000 compañeros desaparecidos (a los que hoy en día debemos sumar a Julio Lopez y Luciano Arruga, entre otros, producto de mafias policiales que siguen actuando). Dejó, también, en nuestra sociedad un rechazo generalizado hacia la política, la posibilidad de un cambio, la lucha cotidiana. Arrancó al pueblo sus conquistas por mejores condiciones de vida, que nunca más se recuperaron y que ningún gobierno en 34 años solucionó. Dejó a cambio un país sin ningún desarrollo productivo, un estado devastado, y un endeudamiento crónico e ilegítimo: la famosa deuda externa.

En la argentina de los 70s se estaba gestando un cambio social, el pueblo se estaba poniendo a sí mismo en el centro de la escena, reclamando todo aquello que le corresponde legítimamente (desde el Cordobazo en el 69 hasta la huelgas generales del 75). Por eso, combatir a la dictadura y recordar a los compañeros caídos, significa, hoy más que nunca, poner en primer plano las necesidades populares; un pueblo necesita vivir dignamente, es decir, gozar de trabajo, de vivienda, de salud, de educación. Nada de esto es posible en tanto un pueblo no sea dueño de sus propias riquezas, y sus habitantes deben acceder justa e igualitariamente a ellas. Y evidentemente, no ha sido éste el principal problema en la agenda del gobierno nacional, ni menos aún el de la Ciudad de Buenos Aires (que, en cambio, sigue nombrando ex funcionarios activos de la dictadura en los cargos de la policía o la secretaría de educación).

Hablemos de la deuda

La deuda externa, una de las nefastas herencias de la dictadura, no ha sido más que un gran círculo vicioso. La mayor parte fue contraída durante la dictadura militar, en parte por la necesidad de comprar armamento; en 1983 la junta militar incluso hizo cargo al Estado de la deuda que habían contraído los privados. Más claro, imposible: el pueblo debía pagar la deuda de los empresarios. Más tarde, el gobierno de Alfonsín reconoció íntegramente la fraudulenta deuda asumida por la dictadura. Desde ese entonces, la Argentina, al igual que muchos otros países, se endeuda cada año más: todos los años tomamos prestado más dinero para pagar por nuestros préstamos anteriores.

Hoy en día, aunque para los medios de comunicación el tema parezca haber quedado atrás, el gobierno se empecina en pagar a sus acreedores a través de distintos medios (como el Fondo del Bicentenario o el Fondo del Desendeudamiento) la deuda externa. Por otro lado, “la oposición”, compuesta en gran parte por quienes llevaron al país al endeudamiento en las últimas décadas, se niegan a que la deuda se pague con las reservas, aunque sin embargo, ¡piensan pagarla con el presupuesto! Evidentemente, la discusión de los de arriba no gira en torno a las necesidades del pueblo, pues con el pago de la deuda no se beneficia ningún obrero de la construcción, ningún maestro de escuela, ningún estudiante, ningún jubilado, ningún vecino del barrio. Se benefician sólo los banqueros yanquis y europeos con lo que debería ser invertido en el pueblo.


A 34 años de la dictadura, desterremos todo lo nefasto que nos ha dejado. Clamemos por justicia por los compañeros desaparecidos, reclamemos la aparición con vida de Julio López y de Luciano Arruga.

Y una vez más, pongámonos en pie por los derechos humanos, por los derechos del pueblo. Digámosle no al pago de la deuda externa, luchando, que es la mejor forma que tenemos de recordar a los compañeros desaparecidos.

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